El comunismo no priva a nadie del poder de apropiarse productos sociales; lo único que no admite es el poder de usurpar por medio de esta apropiación el trabajo ajeno.

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En términos generales, Marx argumentaba que en una sociedad comunista, donde los medios de producción son propiedad común, las personas aún tienen el derecho de apropiarse de los productos sociales según sus necesidades. Sin embargo, lo que el comunismo rechaza es la capacidad de una clase para apropiarse del trabajo ajeno a través de la propiedad privada de los medios de producción, lo cual, según Marx, es una característica distintiva del sistema capitalista. En otras palabras, la crítica marxista se dirige hacia la explotación del trabajo por parte de los propietarios de los medios de producción en el capitalismo.